Fue en 1976 cuando el virus del Ébola se detectó por primera vez de forma simultánea en Sudán y en República Democrática del Congo. La aparición en una aldea cerca del río Ébola es la que da nombre a esta enfermedad que, de no detenerse, podría convertirse en una pandemia sin precedente alguno.
De acuerdo con Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial (BM) el virus del Ébola podría desencadenar un cataclismo en la seguridad sanitaria del mundo si no se impide su propagación con rapidez. Declaración hecha durante el pasado encuentro del Grupo de los 20 (G-20) en Australia.
Al día de hoy no se ha encontrado vacuna para el virus ni un tratamiento específico lo que, aunado a la tasa de mortalidad del 90% que tienen los brotes, hacen que los expertos muestren una preocupación objetiva.
El horizonte económico de los principales países en los que hay presencia de Ébola, como Guinea, Liberia y Sierra Leona, no es nada alentador. Además del miedo al contagio que causa un desequilibrio en la estabilidad del orden civil, las consecuencias de un desastre financiero son abrumadoras para estas naciones que ya sufren de implacables adversidades sociales.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el brote del Ébola es el más grande desde que apareció la enfermedad. Se calcula que 2.400 personas han muerto de las 4.784 contagiadas y que se tiene registro. La falta de especialistas y de recursos hace que día con día el virus se propague con mayor facilidad.